Las galletas han tenido un notable proceso de evolución desde su aparición en el siglo II a.C, en Roma, conocida como bis coctum y con apariencia de un bizcocho delgado. Su nombre era 'dos veces cocido', ya que hacía alusión a su carente humedad en comparativo con la de un pastel o el pan. Los romanos tenían que mojarlas en vino para poder ablandarlas.