La historia de la pizza está conectada al consumo de pan en el mundo. En Egipto, luego de descubrirse la levadura, se comenzó a preparar un sinnúmero de panes con el color y forma del sol, haciendo uso del agua, harina y miel. Con el pasar del tiempo este pan fue evolucionando y tuvieron que añadirles cebolla, grasa, especias y ajo. Luego, en el periodo de Dario I el Grande, los soldados persas le adjudicaban dátiles y queso fundido al pan. Llego a conocerse en Italia como 'pizza bianca' y fue elaborada con aceitunas, hierbas, pan, grasa, ajo, cebolla, ajos, etc. Literalmente, todos los ingredientes que se encontraban disponibles en los hogares humildes, logrando a caracterizarse como un plato al alcance de todos.
Tras llegar el tomate a Europa desde América, adquirió un giro transcendental. Nápoles en el siglo XVI empezó a adoptar a los tomates como alimento mientras que en Europa no se consumía hasta el periodo XVIII.
Al principio el uso del tomate era limitado como 'veneno casero', por lo que sólo se usaba a modo decorativo dentro de la jardinería, no eran contemplados como alimentos, hasta que en Nápoles, un campesino provisto de su necesidad de comer, colocó en su pan un tomate y le pareció excepcional, tras haber sobrevivido se corrió la voz y desde ese entonces las personas humildes comenzaron a comer los tomates al añadirlos en los panes secos, logrando convertir a esta combinación en un plato fundamental dentro de la región de Nápoles.
Con el pasar del tiempo se fue dando un giro dentro de la forma de combinar los ingredientes para elaborar los panes, dando por resultado a la pizza tal y como es conocido en la actualidad (o, en parte de lo que es hoy en día), este alimento fue extendiéndose por distintas regiones y termino adaptándose a diferentes localidades al punto de llegar a personalizarse los procesos de elaboración y los ingredientes que fueron añadidos.
Existen distintas formas de preparar las pizzas, limitadas única y exclusivamente a imaginación del cocinero.
¿Cómo preparar pizza rápida sin horno?
Como ya se ha comentado, existen distintas formas de preparar la pizza. Una de estas, para los más impacientes, es la pizza rápida sin horno, donde no necesitarás pasarla por un proceso de cocción que implique un largo periodo de tiempo para obtener el resultado deseado, siendo precisamente el eje central explicativo dentro de la receta de este artículo –la cual será relata en este segmento-.
Ingredientes:
- Pimienta negra molida y sal.
- Aceite de oliva
- 20 tomates cherry o cereza.
- 2 tortillas de harina de trigo.
- hojas de albahaca.
- 50g de queso parmesano.
- 600g de tomates triturados.
- 50g de queso feta.
- 90g de queso parmesano.
Elaboración:
Coloca en una sartén los tomates triturados y calienta a fuego medio por un periodo de 20 minutos para que pueda espesarse. Seguidamente, añade sal. Luego, ralla el queso parmesano y corta los tomates por la mitad.
Distribuye la salsa de tomate entre las tortillas, dejando libre un borde. El queso parmesano rallado debe ser espolvoreado. Seguidamente, agrega el queso feta tras desmenuzarlo.
Adjudica los tomates cereza, asegurándote que del lado inferior haz dejado la parte curva. Puedes untar los bordes de ambas tortillas con aceite de oliva y rociarlas con un hilo delgado dentro del ámbito central.
Hornéalo por 10 minutos a una temperatura de 180° en un horno precalentado, hasta que los bordes terminen dorándose. Asimismo, proporciónale un toque de molino de pimienta a cada pizza y luego sírvela en hojas de albahaca.
Los beneficios de comer pizza sin horno
Consumir pizza resulta más relevante a nivel salubre de lo que parece (siempre y cuando se haga en base a la moderación). Todo el desarrollo de la pizza –tal y como la conocemos en la actualidad- radica, como ya se ha comentado, con el acompañamiento del tomate dentro del pan, desde esa combinación logró extenderse un proceso de elaboración al que fueron añadidos varios parámetros que, no sujetos a ninguna regla, dieron el nacimiento de los distintos tipos de pizza.
La clave de la presencia del tomate en las pizzas es denominada 'iycopene', el cual, según el Instituto de Ciencias de la Salud, consiste en un componente antioxidante que además de prevenir las enfermedades del corazón también combate con el cáncer, teniendo cierta influencia sobre el de próstata, en base a la revista Men's Health. Claro, el Instituto también ha recomendado que, al igual que cualquier otra comida, tiene que ser consumida de forma moderada. Es preferible comer en cantidades pequeñas y de manera constante una pizza, que comerla completa y de golpe.
Asimismo, la salsa que posee la pizza es alta en vitamina C, lo que hace que sea óptima para la salud, especialmente para la prevención de los resfriados. Siendo también el sistema inmunitario beneficiado por el orégano, quien tiene como ingrediente activo al carvacrol, que también beneficia al hígado.
Los ingredientes adjudicados a la base de la pizza no son precisamente negativos para el cuerpo. Esto aplica siempre y cuando los escojas bien, teniendo como prioridad un tipo de hortaliza o verdura. Asegúrate siempre de consumir una pizza con cierto estilo 'ligth'. En base al portar Active Beat, el queso parmesano, el ajo, jamón y piña deben estar entre tus ingredientes principales.
Uno de los factores más importantes de la pizza es la capacidad que posee de cubrir los alimentos que requerirás en una ración. No es preciso que consumas 5 platos para poder tener todas las vitaminas que necesitarás consumir al día.
Por otro lado, hay algunos ingredientes extra que puedes añadir a la pizza y que resultarán excepcionales para el cerebro. Con las espinacas puedes mejorar la circulación sanguínea de la cabeza ya que posee mucho fósforo. El consumo de platos que nos favorecen, en base a la Universidad de Darthmouth, nos ayuda a crear serotonina e el organismo, permitiendo que nos sintamos mejor. A parte, se recomienda también el consumo de la leche, que está precisamente dentro del queso de la base.